lunes, 15 de diciembre de 2008

Mahãbhãrata


Algunos autores opinan que el Mahabarata no es propiamente un poema, sino toda una literatura, que semeja, más bien, un muestrario de la poesía bárdica; y que, no es obra de un solo poeta a pesar de que se atribuye a Viasa.
Existen datos que nos dan la posibilidad de enmarcar los hechos dentro de un determinado cuadro cronológico y geográfico.
Si comparamos las dos grandes epopeyas hindúes veremos que en el Mahabarata, los personajes que intervienen son más humanos. La sociedad que presenta el poema es, por supuesto, de tipo patriarcal, y la poligamia es la regla, aunque los incidentes fundamentales giran alrededor de un caso de poliandria.



Arjuna, había ido a ver a Sankara, dios de los dioses. Llevaba el arco de Gandara y su propia espada de puño de oro. Se dirigió hacia el Himalaya y llegó a un bosque sombrío. Cuando hubo atravesado aquel lugar terrible, Arjuna llegó a la cima. Aquel guerrero de gran corazón se sintió atraído por tan deliciosa selva, y resolvió someter allí su energía indomable a una penitencia.
El venerable Hara Siva, señor de los dioses, que lleva en la mano el arco de Pinaka, se vistió un disfraz de cazador; y armado con arco y con flechas parecidas a serpientes, descendió a la tierra. Llegado vio, a un hijo de Danú, llamado Muka, el cual había tomado la forma de un jabalí e intentaba matar a Arjuna, disparando contra él su arco. Pero Sankara le arrojó una flecha semejante al rayo y parecida a la llama, al mismo tiempo que Arjuna le disparaba un dardo. Las dos flechas hirieron a la vez al jabalí, cuyo cadáver cayó a la tierra. Entonces Arjuna sintió un furor indescriptible y disparó sus dardos con todas sus fuerzas contra Sankara. Éste recibió los tiros tranquilamente. Arjuna redobló entonces su lluvia de flechas. Aquellos dos héroes irritados, que tenían una fiereza de reyes, se atacaron mutuamente muchas veces con sus dardos en forma de serpientes. Ese duelo que hacía erizarse el pelo a los contendientes duró más de una hora. Por último, el dios aprisionó a su rival entre los brazos y lo arrojó lejos de si. Arjuna cayó a tierra y perdió el conocimiento. Cuando se repuso, reconoció en su rival a aquel dios. Cayó humillado a sus pies, Bhava, satisfecho, le dijo con una voz tan profunda como el ruido de las nubes: « ¡Bien, Arjuna, bien! Estoy contento de tu proeza. ¡En lo sucesivo vencerás a todos tus enemigos en batalla, aunque sean dioses!» Arjuna, confundido, imploró su perdón y le adoró.
En otra ocasión, Indra le presta su carroza para que ascienda a los cielos.




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